Estudios
Rostros femeninos
En el otoño de 2006, la biblista austriaca Irmtraud Fischer y yo, respectivamente desde 2001 hasta 2007 presidentas de la ESWTR (European Society of Women for Theological Research), reflexionábamos sobre la posibilidad de iniciar un proyecto que diera voz y fuerza a los estudios de las teólogas europeas. Así nació la serie “La Biblia y las Mujeres: Exégesis, Historia y Cultura” que, -a través de seminarios realizados en los más importantes centros de investigación internacionales-, ha promovido la publicación de veintiún volúmenes en 4 idiomas (italiano, español, inglés, alemán).
La novedad del proyecto viene dada no solo por su enfoque interconfesional e interreligioso, -ya que involucra a especialistas católicas, protestantes y judías-, sino también por la aproximación exegética e histórica que emplea para identificar las relaciones complejas, conflictivas o liberadoras entre los textos sagrados y las mujeres. En estos quince años, el proyecto ha coordinado a más de 300 investigadoras a través del Institut für alttestamentliche Bibelwissenschaft de la Universidad de Graz, de editoriales (Il Pozzo di Giacobbe, Verbo Divino, Kohlhammer, SBL), y de una serie de financiadores institucionales y privados que han posibilitado la realización de los seminarios preparatorios y de las traducciones. Para Italia, por ejemplo, fueron fundamentales las aportaciones económicas de La Tavola Valdese 8x1000, de la Abadía de Montecassino, de la Curia de Nápoles, de la Fundación Valerio y de la Asociación Viandanti.
En mayo de este año, la edición italiana de “La Biblia y las Mujeres”, con el patrocinio de la Coordinadora de Teólogas Italianas, publicó su décimo volumen dedicado a la Profecía del Antiguo Testamento. Editado por tres especialistas en el sector, Irmtraud Fischer, L. Juliana Claassens y Benedetta Rossi, tiene un significativo subtítulo, “La voz especializada de las mujeres”, que destaca cómo la transmisión de la voluntad divina en el Antiguo Israel no estaba confiada únicamente a los profetas varones, sino también a las mujeres, cuyas voces demasiadas veces han sido silenciadas o arrinconadas. El volumen pretende restaurar la centralidad del rostro femenino de la profecía bíblica en el contexto del Antiguo Cercano Oriente, explorando la variada tipología de los roles de aquellas mujeres activas en la sociedad de la época, llamando nuestra atención sobre la gran influencia de las profetisas y de quienes, como ellas, influyeron la política de Israel y Judea.
Este texto completa la primera sección de la serie sobre la exégesis bíblica relativa a la Biblia hebrea (Torá, Profecía, Escritos) cuya configuración se adapta mejor a la comprensión de la importancia de la mujer. De hecho, en el canon hebreo los Profetas, -divididos en anteriores (desde Josué hasta 2 Reyes) y posteriores (desde Isaías hasta Miqueas)-, se sitúan en el centro, entre la Torá y los Escritos, concebidos como continuación del carisma profético de Moisés y Miriam. Están enmarcados por la profecía femenina que comienza con Débora, Madre de Israel, y termina con Hulda, intérprete autorizada de la Ley. Por el contrario, en la Biblia cristiana, la sección profética se coloca al final del canon para conectarse teológicamente con los Evangelios y abrirse al evento de Cristo y se refiere a nombres y personalidades masculinas. Por eso, si pensamos en la profecía del Antiguo Testamento, solo nos vienen a la mente hombres: Isaías, Jeremías, Oseas…
El fenómeno profético es, por tanto, mucho más amplio de lo que aparenta, ya que va desde el Éxodo hasta el exilio babilónico, incluyendo una amplia, extendida y activa experiencia femenina: esta consideración es de no poca importancia por el decisivo papel político y religioso que asume el profeta, intérprete de los acontecimientos de la historia a la luz del mensaje de salvación. Además, la profecía es una función carismática que es independiente del camino genealógico, de la elección por las instituciones, del sacerdocio o del consentimiento del pueblo, porque las personas tocadas por este don sean hombres o mujeres, lo ejercen por designación directa de Dios quien otorga este carisma a quien desea para exhortar, edificar y conmover a los creyentes para el bien de la comunidad. También podríamos decir, retomando un pensamiento de la escritora judía Giacometta Limentani, que la esencia femenina está presente en la profecía porque el profeta es el receptáculo de la Palabra a la que conserva, custodia y regala. Por eso, la metáfora del útero es muy adecuada para expresar saber acoger la semilla del Verbo, nutrirla y dejarla crecer en uno mismo sin frenarla cuando desea germinar y manifestarse.
Tanto la peculiaridad de la actitud profética como la donación de este carisma han favorecido una fuerte presencia femenina en la Historia del cristianismo, ya constatada desde sus orígenes, -en las cartas de Pablo, así como en los Evangelios-, y que resurge con fuerza a partir de del siglo XII con Hildegarda de Bingen. Con ella se inaugura una línea inagotable de mujeres que en nombre de Dios han tomado la palabra, libre y subversiva, con el fin de impulsar una renovación de las Iglesias y sociedades. Se habla de ellas en los demás volúmenes de la serie que tratan las distintas épocas históricas y que destacan el papel de mujeres tocadas por el espíritu profético que, en nombre de la Palabra de Dios, exhortan a la conversión evangélica, desafiando incluso a los aspectos más rígidos de la institución, poco dispuesta a hacerse preguntas. Quienes quieran saber más pueden visitar el sitio web www.bibleandwomen.org. Si bien la edición alemana ha llegado a su fin, la italiana tiene dificultades para publicarse debido a los costes de impresión. Por esta razón, se ha puesto en marcha una nueva campaña de recaudación de fondos promovida por la Biblioteca Naudet www.bibliotecanaudet.it para que vean la luz los volúmenes que faltan para la culminación de todo el proyecto.
de Adriana Valerio
Teóloga e historiadora