Es una de las cuatro italianas que, durante los Juegos del Mediterráneo de julio de 2018, ha recordado, una vez más, que Italia es una nación plural y multicultural. Maria Benedettta Chigbolu es la segunda de seis hijos (tres hermanos y tres hermanas) de una profesora de religión, Paola, y de un consultor internacional nigeriano, Augustine. El abuelo Julius participó en los Juegos Olímpicos de Melbourne de 1956 llegando a la final en salto de altura y también fue presidente de la Federación Nacional de Atletismo de Nigeria. Nacida en Roma en 1989, probó varios deportes: kárate, natación, tenis y danza contemporánea. Con 16 años se encontró con la pista de atletismo y llegaron las medallas en los campeonatos italiano, europeo y mundial. La velocista italiana es una antigua alumna de las Salesianas. “Conocí a las Hijas de María Auxiliadora gracias a mi madre. También estudié como ella en la Pontificia Facultad de Ciencias de la Educación Auxilium de Roma, donde obtuve el título de Educadora. Recuerdo un ambiente familiar y acogedor, de personas que tienen una gran pasión por la educación”.
¿Cuánto ha influido esta formación en usted?
Ha influido mucho. Me ha aportado una formación completa. Creo que soy una persona muy empática y atenta con las situaciones que afectan a los demás.
Usted es una deportista de éxito. ¿Qué consejo daría a las mujeres que sienten que no son protagonistas de sus vidas?
Creo que todo el mundo tiene potencial. Mi consejo es que encuentren cómo hacerlo crecer dentro de las propias posibilidades, que perseveren en sus objetivos y que afronten las dificultades sin miedo, porque son parte del camino.
¿Usted se ha sentido alguna vez “extranjera” en Italia?
Nunca me he sentido extranjera porque he nacido en Roma y siempre ha sido mi casa. Nunca he tenido ningún problema.
¿Cuáles son sus creencias?
“Creo en Dios. Mi educación ha sido cristiana católica y he estado durante muchos años en el Camino Neocatecumenal”.
(Vittoria Prisciandaro)