«Recemos para que la pena de muerte, que atenta contra la inviolabilidad y dignidad de la persona, sea abolida en las leyes de todos los países del mundo». El sentido llamamiento de Francisco se vuelve compromiso interior y movilización espiritual en la intención para el mes de septiembre, contenida en el vídeo difundido el 31 de agosto, por la Red mundial de oración del Papa.
Una breve grabación acompaña las palabras del Pontífice: inicia con personas que se manifiestan públicamente contra las ejecuciones capitales. Se ven carteles con frases que recalcan lo deshumano de esta solución. A tal propósito, la afirmación del Obispo de Roma es inequívoca: «Cada día crece más en todo el mundo el no a la pena de muerte. Para la Iglesia esto es un signo de esperanza». Después Francisco explica los motivos del no: «Desde un punto de vista jurídico, no es necesaria. La sociedad puede reprimir eficazmente el crimen sin quitar definitivamente a quien lo cometió la posibilidad de redimirse». De hecho, subraya, «en toda condena, debe haber una ventana de esperanza. La pena capital no ofrece justicia a las víctimas, sino que fomenta la venganza. Y evita toda posibilidad de deshacer un posible error judicial». Pasan, de este modo, imágenes de soledad, de desolación, de degrado dentro de las cárceles, donde hombres y mujeres descuentan la pena impuesta. Siguen primeros planos de los instrumentos usados para realizar las condenas capitales: la silla eléctrica, la inyección letal, la soga para colgar, las piedras para la lapidación. «Moralmente —evidencia Francisco— la pena de muerte es inadecuada, destruye el don más importante que hemos recibido: la vida. No olvidemos que, hasta el último momento, una persona puede convertirse y puede cambiar.
Y a la luz del Evangelio, la pena de muerte es inadmisible». También porque, concluye, «el mandamiento “no matarás” se refiere tanto al inocente como al culpable».
Después un llamamiento —dirigido no solo a los cristianos sino a nivel más amplio– al compromiso civil para poner fin al recurso de la sentencia capital: «pido a todas las personas de buena voluntad que se movilicen para lograr la abolición de la pena de muerte en todo el mundo».
Hay que recordar, al respecto, que en agosto de 2018, con un rescripto, el Papa Francisco aprobó la nueva redacción del número 2267 del Catecismo de la Iglesia católica relativo precisamente a la pena de muerte: «Durante mucho tiempo el recurso a la pena de muerte por parte de la autoridad legítima, después de un debido proceso, fue considerado una respuesta apropiada a la gravedad de algunos delitos y un medio admisible, aunque extremo, para la tutela del bien común. Hoy está cada vez más viva la conciencia de que la dignidad de la persona no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímenes muy graves. Además, se ha extendido una nueva comprensión acerca del sentido de las sanciones penales por parte del Estado. En fin, se han implementado sistemas de detención más eficaces, que garantizan la necesaria defensa de los ciudadanos, pero que, al mismo tiempo, no le quitan al reo la posibilidad de redimirse definitivamente. Por tanto la Iglesia enseña, a la luz del Evangelio, que “la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona”, y se compromete con determinación a su abolición en todo el mundo».
Según datos de las Naciones Unidas, cerca de 170 Estados han abolido la pena de muerte, han impuesto una moratoria a su uso en la legislación o en la práctica o han suspendido las ejecuciones durante más de diez años. Las sentencias capitales sin embargo todavía son aplicadas en 55 países de varios continentes.
«Este mes Francisco —es el comentario del jesuita Frédéric Fornos, director internacional de la Red mundial de oración del Papa— nos invita a rezar por la abolición de la pena de muerte, reiterando lo que dijo en Fratelli tutti y especificado en el Catecismo de la Iglesia Católica». La pena capital, afirma Fornos, «es como ponerse en lugar de Dios. Con la condena, se determina que una persona ya nunca podrá cambiar, cosa que no sabemos. Este mes de septiembre el Papa nos invita a rezar y a movilizarnos para apoyar concretamente las asociaciones y organismos que luchan por la abolición de la pena de muerte».
Difundido en la red a través de la página web www.thepopevideo.org, la grabación traducida a 23 lenguas ha sido creada y producida por la Red mundial de oración en colaboración con la agencia La Machi y el Dicasterio para la comunicación.