Una mujer debe tener dinero y una habitación
Virginia Woolf, “Una habitación propia”, Emons
Escuché de un tirón con un audiolibro el ensayo de Virginia Woolf sobre la relación entre las mujeres y la literatura en Inglaterra. Al principio no entendí mucho, pero la melodía de fondo era la ironía feroz y mordaz de la escritora inglesa de principios del siglo XX sobre la situación de las mujeres que habían querido escribir una novela en los siglos anteriores al suyo. Tardé mucho en descubrir todo el significado del título dado a estas dos conferencias pronunciadas en Newnham and Girton, colegios de mujeres de la Universidad de Cambridge, en 1928. La conclusión es sorprendente, pero no inesperada: si las mujeres hubieran tenido una habitación propia, donde ni el marido ni los hijos pudieran molestarlas y hubieran tenido un ingreso de al menos 500 libras esterlinas al año, seguramente los estantes de la biblioteca de Cambridge estarían llenos de estudios y novelas escritas por mujeres. La invitación conclusiva a las jóvenes estudiantes es, en definitiva, la de no conformarse sino cultivar sus estudios sin dejar que el sistema patriarcal masculino decida sobre su libertad intelectual, creativa y poética. “La libertad intelectual depende de las cosas materiales. La poesía depende de la libertad intelectual”.