Durante el rito de conclusión de la celebración eucarística, después de las palabras de agradecimiento del cardenal Farrel, el Papa leyó el texto del “Envío Misionero de las Familias” que fue entregado a los presentes. Impreso en cartulina y acompañado por la imagen oficial del encuentro – realizada por Marko Ivan Rupnik e inspirada en las bodas de Caná —cuarenta mil copias del texto fueron distribuidas el sábado por la tarde y veinte mil el domingo por la mañana con ocasión del Ángelus.
Estimadas familias:
Les invito a continuar su camino scuchando al Padre que les llama:
¡Sean misioneros en los caminos del mundo!
No caminen solos.
Ustedes, jóvenes familias, déjense guiar por los que conocen el camino.
Ustedes que van delante, sean compañeros de viaje para los demás.
Ustedes que están perdidos por las dificultades,
no se dejen vencer por la tristeza.
Confíen en el Amor que Dios ha puesto en ustedes.
Imploren al Espíritu cada día para que lo reavive.
¡Anuncien con alegría la belleza de ser una familia!
Anuncien a los niños y jóvenes la gracia del matrimonio cristiano.
Den esperanza a los que no la tienen.
Actúen como si todo dependiera de ustedes, sabiendo que todo debe ser confiado a Dios.
Sean los que “cosen” el tejido de la sociedad y de una Iglesia sinodal, creando relaciones, multiplicando el amor y la vida.
Sean un signo de Cristo vivo.
No tengan miedo de lo que el Señor les pide, ni ser generoso con Él.
Ábranse a Cristo, escúchenlo en el silencio de la oración.
Acompañen a los más frágiles.
Háganse cargo de los que están solos, refugiados, abandonados.
¡Sean la semilla de un mundo más fraternal!
¡Sean familias de gran corazón!
¡Sean el rostro acogedor de la Iglesia!
Y, por favor, recen, ¡recen siempre!
Que María, nuestra Madre, les socorra cuando no haya más vino, sea compañera en el tiempo de silencio y de prueba, les ayude a caminar junto a su Hijo resucitado.