Retrato de una religiosa
La obra de la portada es un detalle del primer retrato de Juana Inés de la Cruz religiosa de la orden de San Jerónimo, poeta, escritora, pensadora y mucho más en el México del siglo XVII. El retrato fue pintado hacia 1750 por Miguel Cabrera (1695-1768), el pintor más conocido de la época (artículo de la página 18). Mestizo nacido en Oaxaca que luego marchó a Ciudad de México, capital del Virreinato de la Nueva España, creó arte religioso y profano para la Iglesia Católica y mecenas adinerados. Sus pinturas que representan matrimonios interraciales entre amerindios, españoles y africanos se consideran entre las mejores del género. En 1756 realizó un importante estudio analítico del icono de la Virgen de Guadalupe. Junto a un grupo de otros seis pintores analizaron el cuadro con una aproximación científica, no religiosa, identificando cuatro sustancias diferentes utilizadas en el cuadro: óleo, témpera con aglutinantes, un aguazo y una témpera tipo fresco. Según Cabrera, ningún pintor pudo utilizar estas técnicas en el siglo XVIII, y mucho menos en el siglo XVI cuando la Virgen se apareció al campesino Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac. (DCM)