“El reto respecto al mundo digital, a los medios sociales, en este tiempo confuso que representa la pandemia, es hacer de ellos herramientas que nos acerquen al prójimo destacando lo que nos une y no convirtiéndolos en un sustituto del pensamiento”. La dirección indicada por el Prefecto del Dicasterio para la Comunicación, Paolo Ruffini, en su discurso durante la presentación -que tuvo lugar el 21 de junio en la Sala Marconi del Palacio de los Medios de Comunicación del Vaticano- del volumen editado por Fabio Bolzetta La Chiesa nel digitale. Strumenti e proposte (Tau Editrice, Todi, 2022, pp. 248, euro 14), (La Iglesia en lo digital. Instrumentos y propuestas) introducido por un texto del Papa que publicamos en esta página. Tras el saludo del director de la Oficina de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Italiana, Vincenzo Corrado, intervinieron la hermana Alessandra Smerilli, secretaria del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, y el editor del libro, presidente de la Asociación de Webmasters Católicos Italianos (Weca). Nacido precisamente de la experiencia de 150 videotutoriales de Weca, el libro cuenta con un código qr en la portada “interactivo” que acompaña y enriquece la lectura con aportaciones multimedia constantemente actualizadas. “En este ámbito -subrayó el prefecto- es necesario recuperar la capacidad de ver para contribuir a la difusión del conocimiento práctico, a partir del testimonio de la Palabra y recordando siempre las palabras del Papa Francisco cuando afirma que la comunicación no es sólo una profesión sino también y sobre todo una vocación”. El público objetivo, señaló, son los jóvenes, a los que hay que escuchar en un trabajo diario en el que la Iglesia debe “redescubrir que es una comunidad también en la red, promoviendo el compartir entendido como comunión”. La hermana Smerilli habló de lo digital como un entorno real, destacando cómo la Iglesia debe ser en las redes sociales “un antídoto contra todo lo que se propaga, gracias al testimonio continuo del Evangelio” y “esa inquietud” por difundir la Palabra para ser una guía creíble para los jóvenes.
He dicho muchas veces que nunca se sale de una crisis igual que antes, se sale mejor o peor. El difícil momento que atraviesa la humanidad a causa de la pandemia ha dejado claro no solo que saldremos de esta crisis si lo hacemos juntos, sino que nos ha hecho darnos cuenta de lo útiles que pueden ser las herramientas tecnológicas y las redes sociales. Lo hemos visto durante los periodos de encierro, cuando ya no era posible reunirse, celebrar juntos la Eucaristía, estar cerca de nuestros seres queridos enfermos, unirse en oración junto a un familiar o amigo que nos ha dejado. Es como si nos quitaran todo lo que dábamos por sentado, enfrentándonos a nuestra fragilidad constitutiva. En esas coyunturas, muchos han hecho lo posible por mantener vivas las relaciones humanas y comunitarias. Pienso en tantos sacerdotes que hicieron un buen uso de la tecnología y de las redes sociales para mantener al pueblo de Dios en contacto con su Palabra, ofreciendo la posibilidad de asistir a misa. Las redes sociales han servido para mantener el contacto, para señalar las necesidades, para no sentirnos solos, para activar iniciativas benéficas, para seguir viéndonos las caras a la espera de reencontrarnos. Los expertos afirman que algunos de los cambios que se han producido, debido al uso más frecuente de la tecnología para los encuentros virtuales, están destinados a permanecer mucho tiempo después de que la pandemia haya terminado. El tiempo que hemos vivido ha hecho que muchos sacerdotes sean creativamente activos para mantener el contacto con los fieles y acompañarlos. No faltaron los errores y los excesos. Pero cuando estos intentos se centraron en el mensaje a comunicar, y no en el protagonismo del comunicador, debemos reconocer que fueron útiles.
En los últimos dos años, la Asociación de Webmasters Católicos Italianos (weca) se ha reunido y ha hablado con sacerdotes de todas las edades que se comprometen, también a través de las nuevas tecnologías, a mantener unidas las comunidades que les han sido confiadas. El uso del teléfono ante la prohibición de asistir a los funerales de los familiares o la promoción de encuentros en streaming para tranquilizar, conocer y estar siempre presentes y cercanos han impulsado, aún más, el crecimiento del uso de la tecnología digital también en la pastoral.
Esta fase ha sido ciertamente excepcional, sobre todo en lo que respecta a la experiencia de la transmisión en línea de las celebraciones. La reunión virtual no sustituye ni puede sustituir nunca a la presencial. Estar físicamente presentes en la fracción del pan eucarístico y del pan de la caridad, mirarse a los ojos, abrazarse, estar codo con codo sirviendo a Jesús en los pobres, estrechar la mano a los enfermos, son experiencias que pertenecen a nuestra vida cotidiana y que ninguna tecnología o red social podrá sustituir.
Sin embargo, sigue siendo necesario que este enorme crecimiento, caracterizado por tanta creatividad y generosidad, vaya ahora acompañado de una nueva conciencia. En este libro, se han seleccionado decenas de videotutoriales sobre la Iglesia y la comunicación digital, especialmente para los sacerdotes. La generosidad y la espontaneidad que caracterizaron la fase de emergencia deben ir ahora acompañadas de una formación adecuada. En efecto, queda mucho por hacer, para crecer juntos en la conciencia de la importancia pero también de los riesgos que conlleva el uso de estas herramientas. En efecto, hay mucho que hacer para aprender a escuchar; y para implicar y formar a los jóvenes nativos digitales para revitalizar los sitios web de las parroquias. La web y las redes sociales pueden ser habitadas por quienes dan testimonio de la belleza de la fe cristiana, por quienes proponen historias de fe y caridad vividas, por quienes comunican la extraordinaria novedad del Evangelio en el lenguaje de hoy, y por quienes escuchan como los apóstoles y los discípulos aprendieron a hacerlo de Jesús.
Sabemos, porque lo hemos experimentado, que sólo un encuentro personal y no anónimo con Jesús cambia la vida. Sabemos, porque es nuestra experiencia cotidiana, que el amor hay que cultivarlo frecuentando, escuchando y conviviendo a diario. Sabemos que lo virtual nunca podrá sustituir la belleza de los encuentros cara a cara. Pero el mundo digital está habitado y debe ser habitado por los cristianos. Tal vez por los jóvenes que, partiendo de su fe, mañana podrán ser protagonistas de nuevas formas de comunicación social y más humanas, más capaces de escuchar y compartir de verdad. Porque incluso la web, un territorio donde a veces parece prevalecer la voz más alta y la contaminación de las noticias falsas, puede convertirse en un espacio de encuentro y escucha. La web no nos hará sentirnos solos si realmente somos capaces de “conectarnos en red”, y si el espacio virtual no sustituye sino que ayuda a la red de nuestras relaciones sociales en carne y hueso.
La contribución de este libro es valiosa para el crecimiento de esta conciencia y debemos dar las gracias a la weca por hacerlo posible.
Santa Marta,
21 de febrero de 2022