«Como líderes religiosos… tenemos el deber de suscitar en la humanidad la voluntad de renunciar a la violencia de construir una cultura de paz». Es la exhortación que el Papa dirigió a los líderes budistas de Mongolia, recibidos en audiencia en la mañana del sábado 28 de mayo.
¡Ilustres señores!
Con gran cordialidad y estima os doy la bienvenida a vosotros, líderes budistas de Mongolia, y a s. e. monseñor Giorgio Marengo, prefecto apostólico de Ulaanbaatar, que os acompaña. Expreso mi gratitud por vuestra primera visita en el Vaticano como representantes oficiales del budismo mongolo. Esta se propone profundizar vuestras relaciones amigables con la Iglesia católica, para promover la comprensión y la colaboración recíproca con el fin de construir una sociedad pacífica. La ocasión es particularmente significativa, ya que este año se celebra el 30º aniversario de la prefectura apostólica de vuestro hermoso país, como también de las relaciones diplomática entre la Santa Sede y Mongolia.
La paz es hoy el ardiente anhelo de la humanidad. Por tanto, a través del diálogo a todos los niveles, es urgente promover una cultura de la paz y de la no violencia y trabajar para esto. Este diálogo debe invitar a todos a rechazar la violencia en todas sus formas, incluida la violencia contra el ambiente. Lamentablemente, hay quien sigue abusando de la religión usándola para justiciar actos de violencia y de odio.
Jesús y Buda fueron constructores de paz y promotores de la no violencia. «También Jesús vivió en tiempos de violencia. Él enseñó que el verdadero campo de batalla, en el que se enfrentan la violencia y la paz, es el corazón humano […]. Él predicó incansablemente el amor incondicional de Dios que acoge y perdona, y enseñó a sus discípulos a amar a los enemigos (cf. Mt 5,44) […], trazó el camino de la no violencia, que siguió hasta el final, hasta la cruz, mediante la cual construyó la paz y destruyó la enemistad (cf. Ef 2,14-16)». Por eso, «ser hoy verdaderos discípulos de Jesús significa también aceptar su propuesta de la no violencia» (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 2017, 3).
El mensaje central de Buda era la no violencia y la paz. Enseñó que «la victoria engendra enemistad. Los vencidos viven en la infelicidad. Renunciando tanto a la victoria como a la derrota, los pacíficos viven felices» (Dhammapada, xv 5 [201]). Subrayaré además que la conquista de sí es más grande que la de los otros: «Más grande que la conquista en batalla de mil veces mil hombres es la conquista de uno mismo» (ibid., viii , 4 [103]).
En un momento devastado por conflictos y guerras, como líderes religiosos, profundamente enraizados en nuestras respectivas doctrinas religiosas, tenemos el deber de suscitar en la humanidad la voluntad de renunciar a la violencia y de construir una cultura de paz.
Si bien la presencia de comunidades más formales de fieles católicos en vuestro país sea bastante reciente su número pequeño pero significativo, la Iglesia se compromete plenamente en promover una cultura del encuentro, siguiendo a su Maestro y Fundador que dijo: “Amaos como yo os he amado” (cfr Jn 15,12). Reforzamos nuestra amistad por el bien de todos. Mongolia tiene una larga tradición de pacífica convivencia de diferentes religiones.
Mi deseo es que esta antigua historia de armonía en la diversidad pueda continuar hoy, a través de la implementación efectiva de la libertad religiosa y la promoción de iniciativas conjuntas por el bien común. Vuestra presencia aquí hoy es en sí misma un signo de esperanza. Con estos sentimientos, os invito a continuar vuestro diálogo fraterno y las buenas relaciones con la Iglesia católica en vuestro país, por la causa de la paz y de la armonía.
Gracias una vez más por vuestra grata visita; y espero que vuestra estancia en Roma sea rica de alegría y de interesantes experiencias. Estoy también seguro de que vuestro encuentro con los miembros del Pontificio Consejo para el Diálogo interreligioso os dará la oportunidad de explorar los caminos para promover ulteriormente el diálogo budista-cristiano en Mongolia y en la región.
Os deseo a vosotros y a los que representáis, en los diferentes monasterios budistas en Mongolia, abundancia de paz y de prosperidad.