“A pesar de que la guerra en Siria, que cumple doce años, sigue causando sufrimiento, hambre, muerte y la continua huida de los sirios, se están haciendo grandes esfuerzos para ofrecer esperanza y perspectivas de futuro a los que se quedan. Esta conferencia es una oportunidad para decir a la comunidad cristiana: ‘No estáis olvidados’”. Así lo aseguró el Papa Francisco —a través de un mensaje dirigido al cardenal Leonardo Sandri, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales— a los participantes en la conferencia “Iglesia, Casa de la Caridad - Sinodalidad y Coordinación”, inaugurada en Damasco el martes 15 de marzo.
Organizada por la Iglesia católica siria, bajo los auspicios del nuncio apostólico, el cardenal Mario Zenari, y el Dicasterio oriental, a través de la roaco (Reunión de obras de ayuda a las Iglesias Orientales), la conferencia finaliza el 17 de marzo.
Dirigiendo la mirada a la dramática situación actual del conflicto en Europa del Este, Francisco añadió: “En estos días de guerra y de inmensos sufrimientos para nuestros hermanos y hermanas de Ucrania, abracémonos a ellos con la oración y el afecto, confiando en que se alcance pronto una paz justa y duradera, para que la obra de los organismos pueda llevarse a cabo en esa querida nación, al igual que ocurre hoy en Siria”.
En la capital siria el cardenal Sandri está acompañado por el arzobispo Giampietro Dal Toso, secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, responsable de las Obras Misionales Pontificias, monseñor Marco Formica de la Sección de Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado, y Kuriakose Cherupuzhathottathil, funcionario de la Congregación para las Iglesias Orientales y secretario de la roaco , y los doctores Pascal Debbane y Alessio Pecorario del Dicasterio para el servicio del desarrollo humano integral.
En la apertura de la conferencia, tras la oración inicial y la introducción, se leyó el mensaje del Santo Padre en árabe. A continuación, el patriarca griego melquita Youssef Absi, el patriarca sirio Youssef Younan, el patriarca caldeo cardenal Louis Raphaël i Sako, los cardenales Sandri y Mario Zenari, el secretario del comité organizador, monseñor Antoine Audo, y el ministro de Asuntos Religiosos del gobierno sirio saludaron a los asistentes.
Tras reconstruir la génesis de la conferencia, el cardenal Sandri dijo: “Hoy se realiza el sueño de un momento sinodal de la Iglesia católica en Siria, en sus diferentes expresiones rituales, con la presencia de consagrados y laicos”. Y “que estemos aquí, a pesar de las muchas dificultades, es un signo de esperanza que genera asombro. Nos ayuda y nos pide que discernamos el presente, y que sigamos deseando el futuro para este querido y atormentado país, recordando hoy el aniversario del inicio del conflicto que lo ha postrado y cuyas consecuencias ya no son tolerables”. A continuación, añadió: “Llevando las cargas de cada uno, durante mucho tiempo —también a causa de las dificultades de movimiento y de las numerosas restricciones— muchos de vuestros obispos han viajado a Europa y a otros países para ofrecer el testimonio de vuestro sufrimiento y obtener ayuda para que la Iglesia pudiera continuar su misión durante la guerra. Ahora llega el momento de volver a la comunión más amplia dentro de cada Iglesia particular”.
El Patriarca Absi destacó el esfuerzo que todos los participantes, tanto de Siria como del extranjero, habían realizado para asistir a la Conferencia. “Sin embargo, queremos expresar, ofreciendo algo de nosotros, el amor de Dios por cada hombre. El esfuerzo que hagamos para aprender a trabajar juntos dará mayor eficacia a nuestro testimonio”, dijo, subrayando el deseo, como pueblo, de “volver a ser capaces de acoger a los demás, como hemos sido capaces de hacer frente a los dramas de décadas pasadas provocados por diversos conflictos”. El deseo de paz, añadió el Patriarca, es también “poder volver a ser de ayuda a los demás a nuestro alrededor”, reconstruyendo “puentes de amor sobre los escombros del odio, aprendiendo cada día a reconocernos como ‘fratelli tutti’”, concluyó.
El Patriarca Younan, recordando que el 15 de marzo es el aniversario del inicio de la guerra en Siria, que ha traído tanto sufrimiento y devastación, llamó la atención sobre las generaciones más jóvenes.
El Patriarca Sako, agradeciendo la acogida recibida, compartió su experiencia en Irak, donde los cristianos, especialmente después de la triste página del autodenominado Estado Islámico, han sido llamados a vivir en primera persona y de forma radical la petición evangélica de amar a los enemigos.
El cardenal Zenari se refirió a la expresión de ser Iglesia en salida, de hacerlo juntos, como el buen samaritano. “Esto nos impide apartar la vista del sufrimiento de nuestros hermanos y hermanas, haciendo crujir las impresionantes cifras de los años de guerra en el país”, dijo, explicando que “debemos aprender a ofrecer cada día, juntos, los cinco panes y los dos peces que pueden parecer nada”, tratando de ver la situación “con los ojos de Dios, viviendo la caridad”. Por último, el cardenal recordó las palabras de San Ignacio de Antioquía, “que ruega a los cristianos que no olviden en la oración a la querida Iglesia de Cristo en Siria”.
Refiriéndose a la historia de estas tierras, monseñor Audo subrayó cómo la dominación otomana “favoreció durante mucho tiempo el crecimiento de una mentalidad casi sectaria, corriendo el riesgo de encerrar a cada comunidad en sí misma y fomentando a su vez un cierto individualismo”. Posteriormente, continuó, “la modernidad y los derechos humanos han planteado nuevos retos a los cristianos y a las sociedades”.
El informe central de la primera jornada fue confiado al arzobispo Dal Toso, quien guio la reflexión de los presentes sobre algunas notas teológicas y pastorales para vivir la caridad.
Por último, dos testimonios: el de dos frailes menores que siguen siendo la única presencia ministerial entre los cristianos no sólo católicos de la región de Idlib, unas 600 personas. Un musulmán escribió para agradecer a los cristianos por hacernos sentir que “Jesús está en medio de nosotros”.
La jornada terminó con un concierto interpretado por el coro de unos cien niños de la catedral melquita de Damasco. El cardenal Sandri, citando la letra de una canción, calificó la presencia de sus voces como “un rayo de sol” que ilumina y da esperanza a las noches de Siria.