18 marzo 2022
El Viejo Continente abre sus brazos y sus fronteras a los tres millones de refugiados que huyen del conflicto ruso-ucraniano.
En los países europeos, las instituciones laicas y religiosas, junto con los ciudadanos a título individual, se esfuerzan por acoger y ayudar a quienes buscan la salvación, prestando especial atención a las categorías más frágiles, como los menores y los enfermos.
En todas partes hay centros de acogida, recogidas de artículos de primera necesidad, familias que abren sus casas a los refugiados.
Y mientras se espera que hasta cinco millones de personas sean desplazadas, la mayor crisis humanitaria en Europa desde la Segunda Guerra Mundial sigue sin resolverse. Porque falta un elemento fundamental: la paz.
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