“Juntos podemos frenar esta cultura que quiere afirmar un modelo de hombre ‘económico’, que es válido en la medida en que produce y consume. En cambio, también en el sufrimiento y en la enfermedad somos plenamente hombres y mujeres, sin menoscabo”: es lo que dijo el Papa Francisco al recibir en audiencia en la Sala Clementina a los miembros de la Liga Italiana de Lucha contra los Tumores (Lilt), en el centenario de su fundación. Publicamos, a continuación, su discurso.
¡Queridos amigos!
Estoy contento de acogeros y os saludo con afecto, empezando por el presidente nacional, al que doy las gracias por sus palabras tan “humanistas”, profundas. Gracias. El pasado 25 de febrero celebrasteis el 100º aniversario de la Liga Italiana por la Lucha contra los Tumores. Una historia que hunde sus raíces en un pasado lleno de importantes desarrollos, entregado a un presente de compromiso constante y abierto a un futuro de expectativas y perspectivas. Permitidme que os diga: ¡feliz cumpleaños! Y esta felicitación la extiendo a tantas personas por las cuales vosotros trabajáis: a los pacientes, en primer lugar, y también a los trabajadores sanitarios e investigadores.
Vuestra Liga es un precursor histórico de los actuales cuidados paliativos, tan importantes y valiosos. Vuestra historia manifiesta la capacidad de redefinir tareas y enfoques de la Asociación en la transformación tanto del sistema social como del sanitario; en particular, las actividades que desarrolláis se refieren, además de a la formación y a la información, también la búsqueda y la prevención. Así contribuís a constituir ese “buen tejido” del que está compuesta Italia. Frente a la realidad de muchas personas, de todas las edades, que se encuentran enfrentando la enfermedad, vosotros habéis elegido y elegís siempre de nuevo “lugar” con ellos y con los que les cuidan. Elegís haceros cercanos.
En una sociedad amenazada por la cultura de la indiferencia —la indiferencia es la gran enfermedad de hoy, el mirar al otro lado—, es más que nunca necesario hacerse cercano. Y esto para vosotros significa estar cerca de las personas enfermas de tumor, que en estos últimos dos años les ha costado más a causa de la pandemia que ha puesto en crisis el sistema sanitario. Y también, significa estar cerca de los familiares de los enfermos, que necesitan un apoyo competente y activo. Por último, significa estar cerca de los profesionales de la sanidad, también ellos muy probados por las difíciles condiciones en las que han tenido que trabajar.
La pandemia ha ralentizado también la prevención y los procesos de diagnóstico, con consecuencias evidentes antes de todo el tratamiento de la enfermedad, pero también sobre la serenidad de las familias y de toda la sociedad. También esto pide, desde ahora, ulterior prevención y atención.
Vuestro compromiso es una forma de caridad social, que vosotros ejercéis de forma asociativa, colaborando con los entes públicos y privados y con el voluntariado. El asociacionismo es un importante testimonio frente a la indiferencia, frente a una mentalidad que quisiera excluir a quien no es perfecto. Tal testimonio presupone formación. No basta el “hacer”, hay necesidad de educarse, de formarse, para responder a la cultura del descarte, que tiende a marginar la vulnerabilidad, la fragilidad y el sufrimiento, marginarla para no verla. «Recuerdo que se debe privilegiar siempre el derecho al cuidado y al cuidado para todos, para que los más débiles, en particular los ancianos y los enfermos, nunca sean descartados» (Audiencia general, 9 de febrero 2022). Y sobre esto del cuidado para todos, os animo a mantener, es más, a hacer progresar el sistema italiano de sanidad pública. No perder esto, hacerlo crecer, consolidarlo más, porque es un don para la sociedad. Pensad en esos países que no lo tienen, y la gente que no puede pagar no tiene sanidad. Vosotros tenéis un tesoro para custodiar y hacer progresar. «La vida es un derecho, no la muerte, que debe ser acogida, no suministrada. Y este principio ético concierne a todos, no solo a los cristianos o a los creyentes» (ibid.).
Juntos podemos frenar esta cultura que quiere afirmar un modelo de hombre “económico”, que vale en la medida en la que produce y consume. Sin embargo, también en el sufrimiento y en la enfermedad somos plenamente hombres y mujeres, sin disminución, reconociéndonos en esa total unidad psico-físico-espiritual típica solo de la persona humana.
Según las palabras de San Juan Pablo ii , hay un “reflejo cristiano” en el sufrimiento: «i un hombre se hace partícipe de los sufrimientos de Cristo, esto acontece porque Cristo ha abierto su sufrimiento al hombre porque Él mismo en su sufrimiento redentor se ha hecho en cierto sentido partícipe de todos los sufrimientos humanos. El hombre, al descubrir por la fe el sufrimiento redentor de Cristo, descubre al mismo tiempo en él sus propios sufrimientos, los revive mediante la fe, enriquecidos con un nuevo contenido y con un nuevo significado» (Cart. Ap. Salvifici doloris, 11 de febrero 1984, 20).
Queridos amigos, id adelante en vuestro servicio a las personas, fieles a vuestro eslogan que dice: “Prevenir es vivir”. Os acompaña desde el Cielo San Leopoldo Mandić – ¡un grande! –, patrón de los enfermos de tumor. Patrón también de los “tumores espirituales”, porque confesaba y perdonaba todo. Una gran misericordioso. Hacen falta estos sacerdotes hoy. De corazón os bendigo a todos, los socios y vuestras familias. Y os pido por favor que no os olvidéis de rezar por mí, porque lo necesito. ¡Gracias!