· Ciudad del Vaticano ·

El Papa emérito en una carta a los fieles de Múnich

Abusos, Ratzinger: vergüenza, dolor y sincera petición de perdón

 Abusos, Ratzinger: vergüenza, dolor  y sincera petición de perdón  SPA-006
10 febrero 2022

En una carta a los fieles de Múnich, el Papa emérito habla de la pederastia clerical, inspirándose en las palabras «mea maxima culpa» que se repiten en la Misa: «Nosotros mismos nos vemos arrastrados a esta grandísima culpa cuando no la afrontamos con la necesaria decisión y responsabilidad».

El Papa emérito Benedicto xvi interviene directa y personalmente para expresar su opinión sobre el informe de abusos en la Arquidiócesis de Múnich y Frisinga, donde fue arzobispo durante menos de cinco años. Lo hace con un texto con sabor penitencial, que contiene su «confesión» personal y una mirada de fe sobre la «grandísima culpa» de los abusos y encubrimientos.

En la primera parte de la misiva, Ratzinger agradece a quienes han colaborado con él en el examinar el material documental y preparar las respuestas enviadas a la comisión. Como ya había hecho en los días pasados, vuelve a pedir disculpas por el error, absolutamente involuntario, de su presencia en la reunión del 15 de enero de 1980 durante la cual se decide acoger en la diócesis a un sacerdote que necesitaba tratamiento. Se dice también que está «especialmente agradecido al Papa Francisco por la confianza, el apoyo y las oraciones que me ha manifestado personalmente».

En la segunda parte de la carta, señala que le llama la atención que cada día la Iglesia ponga en el centro de cada celebración de la Misa, «la confesión de nuestras culpas y la petición de perdón. Rogamos públicamente al Dios vivo que perdone nuestra culpa, nuestra grande, grandísima, culpa». Está claro, continúa Benedicto, que «la palabra “grandísima” no se aplica de la misma manera a cada día, a cada día en particular. Pero cada día me interpela si también hoy no deba hablar de grandísima culpa. Y me dice de forma consoladora que por muy grande que hoy sea mi culpa, el Señor me perdona, si me dejo examinar sinceramente por él y si estoy realmente dispuesto al cambio de mí mismo».

Joseph Ratzinger recuerda sus conversaciones cara a cara con víctimas de abusos cometidos por clérigos. «En todos mis encuentros con víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, especialmente durante mis numerosos viajes apostólicos, he percibido en sus ojos las consecuencias de una grandísima culpa y he aprendido a entender que nosotros mismos caemos dentro de esta grandísima culpa cuando la descuidamos o cuando no la afrontamos con la necesaria decisión y responsabilidad, como ha sucedido y sucede demasiadas veces».

«Como en aquellos encuentros –afirma el Papa emérito– hoy nuevamente puedo sólo expresar a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi gran dolor y mi sincera petición de perdón. Ya que he tenido importantes responsabilidades en la Iglesia Católica, mayor es mi dolor por los abusos y errores que se han producido durante el tiempo de mi misión en los respectivos lugares. Cada caso de abuso sexual es terrible e irreparable. Me siento consternado por cada uno de ellos en particular, y a las víctimas de esos abusos quisiera hacerles llegar mi más profunda compasión».

Por eso, Benedicto xvi dice que comprende cada vez más «la repugnancia y el miedo que Cristo experimentó en el Monte de los Olivos cuando vio todas las cosas terribles que debía superar interiormente. El hecho de que los discípulos estuvieran dormidos en ese momento representa, por desgracia, una situación que se repite incluso hoy y por la que también me siento interpelado. Por eso, sólo puedo elevar mis oraciones al Señor y suplicar a todos los ángeles y a los santos, y a vosotros, queridas hermanas y queridos hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor».

Ratzinger concluye su carta con estas palabras: «Muy pronto me presentaré ante el juez definitivo de mi vida. Aunque pueda tener muchos motivos de temor y miedo cuando miro hacia atrás en mi larga vida, me siento sin embargo feliz porque creo firmemente que el Señor no sólo es el juez justo, sino también el amigo y el hermano que ya padeció Él mismo mis deficiencias y por eso, como juez, es también mi abogado (Paráclito). En vista de la hora del juicio, la gracia de ser cristiano se hace evidente para mí. Ser cristiano me da el conocimiento y, más aún, la amistad con el juez de mi vida y me permite atravesar con confianza la oscura puerta de la muerte».

Junto a la carta de Benedicto xvi ha sido publicado también un breve anexo de tres páginas, redactado por cuatro expertos en derecho –Stefan Mückl, Helmuth Pree, Stefan Korta y Carsten Brennecke– que ya habían participado en la redacción de las 82 páginas de respuestas a las preguntas de la comisión. Dichas respuestas, adjuntas al informe sobre los abusos en Múnich, habían suscitado controversias y contienen un error de transcripción que había llevado a afirmar la ausencia del arzobispo Ratzinger en la reunión en la que se tomó la decisión de aceptar a un sacerdote que era culpable de abusos.

En las nuevas respuestas, los expertos en derecho reiteran que el cardenal Ratzinger, en el momento en el cual recibe al sacerdote que iba a ser tratado en Múnich, no sabía que era un abusador. Y en la reunión de enero de 1980 no se mencionó el motivo por el que iba a ser tratado, ni se decidió emplearlo en labores pastorales. Los documentos confirman lo dicho por Ratzinger.

A continuación, se explica detalladamente el motivo del error relativo acerca de la presencia inicialmente negada por Ratzinger: sólo se permitió al profesor Mückl ver la versión electrónica de las actas, sin que se le permitiera guardar, imprimir o fotocopiar documentos. En la fase posterior del tratamiento, el Dr. Korta cometió inadvertidamente un error de transcripción al considerar que Ratzinger estaba ausente el 15 de enero de 1980. Por lo tanto, este error de transcripción no puede ser imputado a Benedicto xvi como una consciente declaración falsa o «mentira». Además, ya en 2010 varios artículos de prensa, nunca desmentidos, hablaban de la presencia de Ratzinger en esa reunión y el propio Papa emérito, en la biografía escrita por Peter Seewald y publicada en 2020, afirma haber estado presente.

Los expertos afirman que en ninguno de los casos analizados por el informe Joseph Ratzinger estaba al tanto de los abusos sexuales cometidos o sospechosos de ser cometidos por sacerdotes. La documentación no aporta ninguna prueba en contrario y, de hecho, en respuesta a preguntas concretas sobre este punto durante la rueda de prensa, los mismos abogados que redactaron el informe afirmaron que presumían con probabilidad que Ratzinger lo sabía, pero sin que esta afirmación fuera corroborada por testimonios o documentos.

Por último, los expertos niegan que las respuestas que redactaron en nombre del Papa emérito minimizaran la gravedad del comportamiento exhibicionista del sacerdote. «En las memorias, Benedicto xvi no minimizó el comportamiento exhibicionista, sino que lo condenó expresamente.

La frase utilizada como supuesta prueba de la minimización del exhibicionismo está sacada de contexto». En su respuesta, Benedicto xvi dijo que los abusos, incluido el exhibicionismo, son «terribles», «pecaminosos», «moralmente reprobables» e «irreparables».

En la valoración de los expertos se recordó que se según el derecho entonces vigente el exhibicionismo «no era un delito de derecho canónico, porque la norma penal correspondiente no incluía un comportamiento de ese tipo en el caso en cuestión».

El anexo firmado por los cuatro asesores expertos en derecho, de cuyo trabajo se ha responsabilizado el Papa emérito, contribuye así a aclarar lo que salió de la mente y el corazón de Ratzinger, y lo que es el resultado de la investigación de sus asesores. Benedicto xvi reitera que no tuvo conocimiento de los abusos cometidos por sacerdotes durante su breve episcopado. Pero con palabras humildes y profundamente cristianas, pide perdón por la «grandísima culpa» de los abusos y por los errores, también las que se produjeron durante su mandato.