Leyes y medidas para proteger a los menores
“Mi cuerpo recuerda cada vez que lo han tocado ... Mi alma está rota”. El 19 de octubre de 2021 estas palabras comienzan a resonar en los medios. La Pontificia Comisión para la Protección del Menor las difunde. Pertenecen a una víctima de abusos por parte de un sacerdote. Estas palabras, que son un puñetazo en el estómago y que están contenidas en una carta que encoge el alma, llegaron a manos del Papa Francisco. Y es precisamente el Pontífice quien autoriza a la Comisión a difundir el texto, a acoger la voz de todas las víctimas y a mostrar a todos los sacerdotes el camino que conduce al auténtico servicio de Dios en beneficio de todos los vulnerables. Unos días antes, en la audiencia general del 6 de octubre, el Papa Francisco pronunció la palabra “vergüenza” cinco veces cuando saludó a los peregrinos francófonos al referirse al Informe de la Comisión Independiente sobre Abuso Sexual en la Iglesia (Ciase) en Francia. De este informe se desprenden datos escalofriantes: entre 1950 y 2020, hubo al menos 216.000 víctimas de entre 2.900 y 3.200 sacerdotes y religiosos pedófilos.
Pero la publicación de la carta y del informe de la Ciase son solo un hito en un camino que requiere valor, rectitud de conciencia y compromiso, que comenzó hace un tiempo y que se renovó especialmente después de la cumbre sobre la protección de los menores en la Iglesia, celebrada en el Vaticano en febrero de 2019. Aquel fue un evento verdaderamente global, convocado por el Papa Francisco, en el que participaron los representantes de todas las Conferencias Episcopales y congregaciones religiosas masculinas y femeninas del mundo. La cumbre reflejó claramente la voluntad de la Iglesia de asumir sus propias responsabilidades y de realizar públicamente un acto penitencial, con verdad y transparencia. Claras son también las ideas y la perspectiva que emanaron de este encuentro.
Desde la perspectiva de la responsabilidad, de ese encuentro derivan algunos documentos básicos publicados a finales de marzo de 2019 como una ley de protección a los menores en el Estado de la Ciudad del Vaticano, un Motu proprio que extiende las normas a la Curia Romana y las líneas guía para la el Vicariato de la Ciudad del Vaticano. Se trata de normativas que amplían el enfoque de partida, teniendo en cuenta, además del maltrato infantil, también a las personas vulnerables. Posteriormente en mayo se publicó el Motu proprio Vos estis lux mundi, que establece nuevos procedimientos para denunciar el acoso y la violencia y garantiza que los obispos y los superiores religiosos rindan cuentas de sus acciones. En concreto, el documento introduce la obligación para clérigos y religiosos de denunciar los abusos y lo mismo se aplica a los laicos. Además, cada diócesis debe tener un sistema de acceso público para recibir alertas y denuncias. La misma ley también establece el procedimiento a seguir en los casos de encubrimiento.
Para una mayor transparencia, en diciembre con dos Rescriptos el Papa derogó el secreto pontificio para los casos de abuso sexual y modificó la norma sobre el delito de pornografía infantil haciendo que la posesión y difusión de imágenes pornográficas de menores de edad suponga una delicta graviora. En julio de 2020, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó un Vademécum solicitado durante la cumbre de febrero de 2019 que representa un “manual de instrucciones” con orientaciones sobre cómo proceder cuando un menor es abusado por un clérigo. Además, en mayo de 2021, con la Constitución Apostólica Pascite gregem Dei, el Papa Francisco reformó el Libro VI del Código de Derecho Canónico. Entre los cambios más relevantes se encuentra el hecho de que el delito de maltrato infantil se enmarca ahora, no dentro de los delitos contra las obligaciones especiales de los clérigos, sino como un delito cometido “contra la vida, dignidad y libertad de la persona”. Finalmente, para quienes piden la verdad, basta recordar la publicación en noviembre de 2020 del Informe McCarrick sobre el excardenal responsable de abusos sexuales a menores y retirado del sacerdocio en 2019. Dicho informe fue preparado por el Secretario de Estado a petición directa del Papa.
La Iglesia en este ámbito no se detiene y una muestra fue la conferencia internacional sobre la protección de los menores y adultos vulnerables de las Iglesias de Europa Central y Oriental que tuvo lugar en septiembre en Varsovia. Los trabajos revelaron el deseo de crear plataformas de colaboración e intercambio para no dejar solas a quienes se ocupan de la prevención del abuso y de escuchar a las víctimas solas o aisladas.
“Nos enfrentamos a un problema enorme, difícil y doloroso, que concierne a la credibilidad de la Iglesia. Pero no es en absoluto cierto que no se haya hecho nada o que se esté haciendo poco o nada. Podemos y debemos decir con seguridad, con claridad, que la Iglesia universal ha enfrentado y aborda este problema, ha tomado las medidas necesarias y ha establecido normas, procedimientos y reglas para abordarlo correctamente”, escribió en L'Osservatore Romano el 26 de agosto el padre Federico Lombardi, que moderó las sesiones plenarias de la cumbre de 2019.
de Isabella Piro