22 octubre 2021
Una de las cualidades más lindas de nuestro Papa es su sensibilidad. No se trata de una sensiblería lacrimosa sino de una verdadera sensibilidad que le permite olfatear el rastro de las ovejas en sus movimientos, oír los signos de los tiempos en el temblor de la tierra, sentir como propio el dolor de los excluidos, ver los rostros desfigurados por prejuicios arraigados, gustar con ellos la poética de la lucha por la transformación.
Esa cualidad le permite, además, una apertura a nuevos fenómenos y situaciones. No se quedó con una mentalidad formateada de por vida en las realidades del pasado, incapaz de cambiar de perspectiva, corregir prejuicios, procesar lo nuevo. Así, un hombre formado en el siglo veinte interpreta como nadie el siglo veintiuno, la nueva “cuestión ...
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