Mayo es el mes de las rosas, esas flores que florecen en el Mediterráneo solo a finales de primavera. Es el mes de los rosarios, de la Virgen, de los honores a la Rosa Mística, el de las letanías lauretanas y también el de la Cándida Rosa, desenlace luminoso del camino de Dante, o quizás, sencillamente, el mes de María, la joven decidida de Nazaret.
El aroma de las rosas, como el del nardo, también emana de la vida de otras mujeres: Teresita, Rita, Rosa de Lima o Isabel, símbolos del misterioso vínculo con esta flor.
La pequeña Teresa del Niño Jesús, en su ardiente deseo de no quedarse con los brazos cruzados, hizo una promesa: “Pasaré mi Cielo haciendo el bien en la Tierra. ¡Haré caer una lluvia de rosas!”. Y sus rosas, llamas del Espíritu, junto con su “pequeño camino” a la santidad, la convertirán en Doctora de la Iglesia.
Rita de Cascia, al final de su increíble vida de esposa, madre, embajadora de la paz, viuda, viajera y monja, ve cumplido su último deseo imposible: dos higos y una rosa en su jardín en pleno invierno. La rosa que aparece en la nieve se convertirá en su símbolo. Rita será la santa de las gracias imposibles y la defensora de casos desesperados.
Rosa da Lima, nació con el nombre de Isabel. La enfermera que la vio tan hermosa le dio, según la tradición india, el nombre de una flor, Rosa.
Su vida de mujer “bienaventurada” en el clima inquisitorial de los conquistadores, la conducirá a convertirse en la santa patrona de América Latina.
Isabel de Hungría e Isabel de Portugal, dos mujeres de origen noble y con el mismo nombre de la Visitación. Ambas con solo destino de riqueza, de vida matrimonial y de viudedad, pero también de plenitud al elegir a los pobres, estarán unidas por un mismo milagro.
Ambas, sorprendidas durante una distribución de alimentos a los más necesitados, al descubrir lo que se escondía debajo de su manto, en lugar del pan que guardaban para dárselo a los pobres, revelaron un vientre lleno de rosas.
Esta es una profecía de muchos gestos de mujeres, entre los que podemos incluir otros más recientes como la Bread and roses, la canción que entonaban las trabajadoras textiles durante la huelga de Massachusetts de 1912, inspirados en las palabras de otra Rosa, la socialista y sufragista Rose Scheirdermann: “La trabajadora debe tener el pan, pero también rosas”. Esas rosas eran el derecho al voto. (Grazia Villa)