Teología fundamental
Al acercarse la Jornada mundial de oración por las vocaciones — que se celebra el próximo 25 de abril — y en vista de una cada vez mayor valorización de la sinodalidad en el Iglesia, se presentó el lunes 12, el proyecto de un simposio teológico sobre las vocaciones, previsto en Roma del 17 al 19 de febrero de 2022. El elemento de partida para la reflexión será lo que dijo el Papa Francisco en el 2015: «El camino de la sinodalidad es el camino que Dios se espera de la Iglesia del tercer milenio». Tema del encuentro: «Por una teología fundamental del sacerdocio». Lo promueve la Congregación para los obispos.
En la presentación, que tuvo lugar en directo streaming desde la Sala de Prensa de la Santa Sede, intervinieron el cardenal prefecto del dicasterio, Marc Ouellet; don Vincent Siret, rector del Pontificio Seminario francés en Roma, conectado en remoto; y Michelina Tenace, profesora de teología en la Pontificia Universidad Gregoriana.
Sinodalidad, explicó el purpurado, significa fundamentalmente la participación activa de todos los fieles en la misión de la Iglesia. El concepto describe la marcha solidaria del pueblo de los bautizados hacia el Reino que «se construye diariamente en la familia, en el trabajo, así como en la vida social y eclesial en todas sus formas». Esto, añadió, «requiere una vida de fe y una estrecha colaboración entre laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas, para el anuncio del Evangelio al mundo a través del testimonio convincente de las comunidades cristianas». Esta dimensión sinodal de la Iglesia sinodal corresponde a las orientaciones del Concilio Vaticano II, que todavía hoy necesitan ulteriores profundizaciones teológicas y pastorales. En cuanto al programa, el simposio — explicó el cardenal — consistirá en una sesión de tres días, abierta a todos, pero destinada especialmente a los obispos y a todos aquellos, hombres y mujeres, que se ocupan de teología «para profundizar en la comprensión de las vocaciones y en la importancia de la comunión entre las distintas vocaciones en la Iglesia».
Le hizo eco don Vincent Siret, quien afirmó que reflexionar sobre la teología fundamental del sacerdocio permitirá también volver sobre la justificación del celibato sacerdotal y sobre el modo en el que es vivido. Se trata, dijo, de un servicio hecho sobre todo a aquellos que se preparan para recibir el sacramento del orden. La consagración de la propia vida al ministerio sacerdotal, de hecho, implica a toda la persona y puede ser justificada solo en una perspectiva oblativa siguiendo a Cristo en una dinámica trinitaria. Don Siret hizo notar, en particular, que «el amor está en la raíz del don de sí mismo». Y, por tanto, también la lucha emprendida contra todas las formas de abuso por parte de los clérigos — cuya fuente identifica el Papa Francisco en el clericalismo — solo puede llevarse a cabo con claridad teológica.
Por su parte, Michelina Tenace subrayó cómo uno de los objetivos del simposio es el de reflexionar sobre la relación entre sacerdocio ministerial y sacerdocio común. La docente explicó que los ministros ordenados son «indispensables porque custodian la vida divina a través de los sacramentos de la Eucaristía y el perdón de los pecados», mientras que el pueblo de Dios custodia
«la vida divina a través de la construcción de la Iglesia en el testimonio de la caridad y el crecimiento de los carismas». No se puede, por tanto, «concebir uno sin el otro».
Cuando se dice que «el sacerdocio ministerial y el sacerdocio común de los fieles se refieren al único sacerdocio de Cristo», se dice «una verdad muy ardua», porque «hay una responsabilidad mutua entre la comunidad de los bautizados y los sacerdotes». La falta de vocaciones sacerdotales, evidenció Tenace, significa que «la comunidad cristiana se ha empobrecido: no da ni recibe sacerdotes».
Otro tema importante que será afrontado es la teología de la vocación. Es de hecho «es el intercambio de dones y la atención a la vocación de cada uno lo que construye la Iglesia de Cristo». De aquí la idea guía del simposio: «Profundizar en la teología del sacerdocio, reafirmar los rasgos esenciales de la tradición católica sobre la identidad del sacerdote, liberándola quizás de una cierta clericalización». De hecho, observó, la clericalización es «un peligro tanto para los sacerdotes como para los fieles: identifica el sacerdocio con el poder y no con el servicio, el ser un alter Christus en el altar como un privilegio y no como una responsabilidad que concierne a todos los fieles». El clericalismo es «se deriva de una visión aislada del sacerdote». Y el Papa Francisco, recordó la teóloga, a menudo llama «la atención sobre este peligro».