La pandemia actual demuestra la «relación íntima» que «hay entre salud de la naturaleza y salud de la humanidad». Esta última depende de la primera, y por tanto «si la naturaleza se enferma a causa de la contaminación» o del degrado ambiental, «también sufre la humanidad». Por eso «es nuestro deber salvaguardar la biodiversidad sobre la Tierra»: es el grito de alarma lanzado por el cardenal prefecto Peter Kodwo Appiah Turkson en el encuentro online inspirado en la Laudato si’, que tuvo lugar el 20 de abril, por iniciativa del Dicasterio para el servicio del desarrollo humano integral y de la Comisión vaticana Covid-19.
Con un ojo dirigido a la Cop 15 de Kunming — la conferencia de las partes del Convenio sobre la diversidad biológica, que se celebrará en octubre en China — y el otro a la encíclica sobre el cuidado de la casa común, además del purpurado intervino, entre otros, la etóloga y antropóloga Jane Goodall, mensajera de Paz de las Naciones unidas, conocida por sus estudios sobre los chimpancés y por el compromiso de educación a la sostenibilidad. Usando la fórmula de las 5P — propósitos, principios, provocaciones, prácticas, propuestas — los participantes del webinar compartieron experiencias, ejemplos y conocimientos, extrayéndolos de los sectores en los que maduran los conocimientos, como las tradiciones científicas, la sabiduría indígena, las Sagradas Escrituras, la doctrina social, generando un diálogo capaz de indicar a la Iglesia y a la familia humana nuevos recorridos para sanar y restaurar las relaciones con la creación, además de sostener e inspirar la protección de la biodiversidad.
El cardenal Turkson hizo referencia al contexto de crisis producido por la pandemia. «Hace poco más de un año — indicó — experimentamos la primera ola del Covid-19», que «desde entonces ha llevado al colapso de la economía», ampliando «la brecha ya existente entre ricos y pobres». De aquí la exigencia de poner a los últimos «en el centro de nuestras preocupaciones, para que todos estén atendidos».
Por tanto, recordando que siendo la biodiversidad un don sagrado de Dios, «cada criatura tiene un valor intrínseco». Pero lamentablemente, denunció, hoy se asiste a una devastadora aniquilación de los «dones de la creación», visto que cada año desaparecen «miles de especies vegetales y animales». Esto genera la llamada «deuda ecológica», que sigue creciendo y debe repararse lo antes posible. De hecho «el costo de los daños causados por la explotación humana de la naturaleza es mucho mayor que los beneficios económicos que se obtienen». De aquí el llamamiento a una conversión ecológica que relanza lo contenido en la Laudato si’ de Papa Francisco, a través de un cambio de mentalidad, un paso «de una mirada depredadora a una contemplativa» de la naturaleza, y con una atención particular por los pueblos indígenas— «custodios fundamentales de la biodiversidad» — respetando «su estilo de vida».