Vacunas contra el covid: evitar antagonismos
El riesgo de “fuertes injusticias” en la producción y en la distribución de las vacunas contra el covid-19 ha sido denunciado nuevamente por la Pontificia Academia para la vida, que la tarde del 22 de enero, difundió una declaración —firmada por el presidente, el arzobispo Vincenzo Paglia, y por el canciller, monseñor Renzo Pegoraro — de la cual publicamos una traducción del texto en español.
Frente a los gravísimos problemas que se están presentando en orden a la producción y a la distribución de la vacuna contra el covid-19, la Pontificia Academia para la vida reafirma con fuerza la urgencia de individuar sistemas oportunos para la transparencia y la colaboración.
Hay demasiado antagonismo y competición y el riesgo de fuertes injusticias.
el Papa Francisco, en el Mensaje Urbi et Orbi, el día de Navidad, el pasado 25 de diciembre, dirigió una fuerte petición: “Pido a todos: a los responsables de los estados, a las empresas, a los organismos internacionales, de promover la cooperación y no la competencia, y de buscar una solución para todos. Vacunas para todos, especialmente para los más vulnerables y necesitados de todas las regiones del planeta. ¡Poner en primer lugar a los más vulnerables y necesitados!”.
Estas palaras requieren una escucha responsable por parte de todos, de la comunidad cristiana, de los creyentes, de todos los hombres y mujeres de buena voluntad. El Dicasterio para el desarrollo humano integral y la Pontificia Academia para la vida emitieron el pasado 29 de diciembre un documento específico sobre la importancia de la vacunación y sobre las modalidades para que la vacuna sea un bien común de todos.
Y se pedía, entre otras cosas, superar la lógica del “nacionalismo de las vacunas”, entendido como el tentativo de los diferentes Estados de tener la propia vacuna en tiempos más rápidos, procurándose en primer lugar la cantidad necesaria para los propios habitantes. Hay que promover y sostener acuerdos internacionales para gestionar las patentes de modo que se favorezca el acceso de todos al producto y se eviten posibles cortocircuitos comerciales, también para mantener el precio reducido en el futuro. La producción industrial de la vacuna debería convertirse en una operación colaborativa entre los Estados, las empresas farmacéuticas y otras organizaciones de moda que pueda realizarse de manera simultánea en diversas zonas del mundo.
Es una ocasión extraordinaria para un nuevo futuro más solidario. Esto ha sido posible — al menos en parte — por la investigación. Con el mismo espíritu se debe impulsar una sinergia positiva valorizando las instalaciones de producción y distribución disponibles sobre la base del principio de subsidiaridad. Por lo tanto, hay que evitar que algunos países reciban la vacuna con demasiado retraso a causa de una reducción de la disponibilidad debida a la adquisición previa de cantidades ingentes por parte de los estados más ricos. La distribución de la vacuna requiere una serie de instrumentos que deben precisarse y ponerse en práctica para alcanzar los objetivos concordados en términos de accesibilidad universal. Una solicitud a los gobiernos nacionales y a las organizaciones de la Unión Europea y de la OMS para activarse en este sentido resulta cada vez más fuerte y urgente.
De este modo, se vuelve concreto el llamamiento del Papa: ¡Todos hermanos y hermanas!