· Ciudad del Vaticano ·

Elisa Fuksas: el bautismo, la primera reivindicación de mi autonomía

Elisa Fuksas (foto Marco Cella)
24 octubre 2020

La directora Elisa Fuksas ha encontrado la fe a sus 39 años. Ha recibido el bautismo desafiando a su propia educación laica, a sus certezas y a su ambiente de izquierda. Y ha contado este inesperado recorrido espiritual en la novela biográfica, «Ama y haz lo que quieras» (Marsilio), un libro profundo, desprovisto de florituras y sincero.

¿Sería exagerado hablar de conversión?

Es más exacto decir que el bautismo fue el acontecimiento histórico de mi vida. La primera y verdadera reivindicación de mi autonomía, la fundación de mi identidad y el descubrimiento de la dimensión espiritual. Antes, para mí, las iglesias eran solo edificios artísticos.

¿Creció siendo agnóstica?

Más que agnóstica, he sido una persona moralista y fuertemente ideologizada. Siempre en línea con mi entorno. A pesar de las constantes demandas de libertad, la izquierda expresa un fuerte dogmatismo.

¿Ha sido difícil hacer entender esta elección a sus familiares y amigos?

Sí. En mi mundo, los creyentes son considerados extraños, personas que se han perdido o se han aferrado a la fe después de un drama personal. Nada más lejos de la realidad en mi caso. Yo poco a poco me acerqué a Dios, gracias a conocer a algunas personas que me abrieron los ojos.

¿Quienes?

Un sacerdote que, al verme aterrorizada por la muerte, me sugirió que me bautizara. Era monseñor Giuseppe Betori (cardenal y arzobispo metropolitano de Florencia), quien además, después de 45 años casados por lo civil, casó a mis padres por la Iglesia. Hubo también un compañero de trabajo que me habló de la fe. Y hoy creo de forma racional, sin fanatismos.

¿Cree haber cambiado mucho?

Sí. Finalmente me siento libre, pero soy la misma de ayer, con mis virtudes, dudas y defectos. No reniego de mi pasado.

¿Es coincidencia que su encuentro con la fe se haya producido al descubrir su tumor en las tiroides, tal y como contó en su película «iSola»?

Al mismo tiempo me enteré que también mi mejor amiga tenía una enfermedad grave. Estoy convencida de que Dios no nos pone a prueba ni nos castiga. He vivido el descubrimiento de la enfermedad durante el confinamiento y la operación, que fue al año de mi bautismo, como una circunstancia no fortuita que me ha empujado a enfrentarme, cada vez más, al nuevo camino de la vida. En resumen, como señales de Dios.

¿Su nueva condición de creyente afectará a su trabajo?

Sin ninguna duda. Estoy pensando en una nueva película y estoy esforzándome por encontrar una historia que no añada ruido al ruido en el que estamos inmersos, confusión a confusión. Una historia realmente necesaria. Sé que la encontraré.

de Gloria Satta