Se ha publicado la noticia del nombramiento por parte del Papa Francisco del nuevo director del Fondo de asistencia sanitaria (Fas) para los trabajadores de la Santa Sede, en la persona del profesor Giovanni Battista Doglietto, que ya desde hace tiempo trabajaba junto al saliente Stefano Loreti. El cambio de guardia representa una buena ocasión para recordar qué es el Fas, hablando de ellos con su presidente, monseñor Luigi Mistò.
En primer lugar, ¿qué es el Fas?
Es el ente que provee la asistencia sanitaria para el personal en servicio y los jubilados, de la Curia romano, de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano y de los entes gestionados administrativamente de forma directa por la Santa Sede, también de los que no tienen sede legal en el Estado de la Ciudad del Vaticano. El Fas financia las prestaciones sanitarias de forma directa e indirecta.
¿Cómo funciona el Fondo?
Quisiera, si es posible, encuadrar ante todo un principio fundamental. Me gusta utilizar una imagen recurrente del Papa Francisco para afirmar que la enfermedad es la “periferia existencial” donde todos, antes o después, directamente o a través de un ser querido, pasan. El Fas, por eso, aun con la debida atención a los perfiles de sostenibilidad económica, deberá absolutamente tener siempre en el centro la persona del enfermo haciéndole sentir todo el cuidado y la ternura que necesita. El Fondo responde a una solicitud solidaria entre todos los trabajadores de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano. Se trata de una solicitud que se funda sobre la doctrina social de la Iglesia, por la cual el principio regulador de la vida social es una relación de amor recíproco y ayuda. La Santa Sede y el Estado de la Ciudad del Vaticano son una comunidad de trabajo que en primer lugar debe dar testimonio en la aplicación práctica de esto.
¿Qué significa concretamente lo que acaba de decir?
Significa que todos están llamados a contribuir en proporción a la propias posibilidades y, por tanto, un porcentaje a la propia retribución para garantizar los recursos necesarios para hacer frente a enfermedad que puede golpear a cada uno de ellos o a los propios familiares. La devolución de los gastos médicos no está de hecho limitada a la contribución que cada uno ha dado, sino que está garantizado en cada caso. Significa que hay personas que no se enferman nunca y pagan igualmente. Otras, menos afortunadas, se enferman y los cuidados, en algunos casos, cuestan más, también mucho más, de lo que han dado. En tal caso se usan las contribuciones de quien, por fortuna, se enferma menos. Esta es la solidaridad. Después existen correcciones al sistema: para algunas prestaciones se pide a quien las usa que pague una parte para evitar desequilibrios excesivos.
Un sistema utilizado no solo por la Iglesia sino más bien difundido...
Sí, este sistema, precisamente de la doctrina social de la Iglesia, es adoptado por muchos Estados, como testimonio de la bondad del principio mismo. Tanto es verdad que la Santa Sede el 16 de junio del 2000 estipuló con la República italiana una «Convención de seguridad social» que interesa a sus trabajadores que en la mayor parte son ciudadanos italianos o que residen en Italia. Así el Fas es autoridad competente para proveer a la tutela y a la seguridad sanitaria de sus trabajadores, también en caso de enfermedad profesional o accidente de trabajo.
La cuota de inscripción en el Fas se puede definir como una “tasa”?
Es impropio definir de esta manera la cuota de inscripción, cuyo objetivo es la realización de la recíproca tutela y asistencia de los inscritos, fundamento del principio de la mutualidad. La cuota está unida a la solicitud solidaria, por la que cada trabajador de la Santa Sede contribuye a la tutela de la salud de todos los demás.
¿Puede decirnos cuál es la situación de las cuentas del Fas?
En el 2017, al finalizar un quinquenio caracterizado por dinámicas de crecimiento de los costes no sostenibles a largo plazo, se ha iniciado por parte del nuevo Consejo de administración un proceso de reforma basado en criterios de eficiencia, transparencia y uso virtuoso de los recursos económicos disponibles, con el fin de garantizar la sostenibilidad futura del Fondo sin incidir en ningún modo sobre la cualidad de las prestaciones erogadas a los inscritos. Gracias a esta reforma, en el mismo 2017 se obtuvieron ahorros de unos 3’6 millones de euros respecto al ejercicio precedente, y en 2018 un ahorro ulterior, respecto al 2017, de 1’4 millones de euros. Esto permitió la restitución a las administraciones de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano de más de 5 millones de euros.
¿Son ahorros obtenidos gracias al aumento del precio del ticket que pagan los trabajadores por las prestaciones?
Ciertamente no. La revisión de las cuotas de participación al gasto, el llamado ticket, aprobada por el Consejo de Administración del Fas el 25 de octubre de 2017 y en vigor desde el 1 de junio de 2018 no ha influido.
De hecho, los tickets cobrados en ventanilla pasaron de 302,000 euros en 2017 a 497,000 euros en 2018, con un aumento de solo 195,000 euros; frente a un gasto sanitario superior a 20 millones de euros.
¿El Fas posee capitales o hace inversiones?
El Fas no tiene capital patrimonial y lleva a cabo su actividad en beneficio de los inscritos utilizando exclusivamente las contribuciones pagadas mensualmente por las administraciones de la Santa Sede y el Estado de la Ciudad del Vaticano. El balance debe necesariamente cerrarse en equilibrio, por lo tanto, no es posible la realización y provisión de ganancias de balance. Todo lo ahorrado respecto al presupuesto aprobado no puede ser retenido y / o destinado a inversiones de ningún tipo, sino que debe devolverse a las administraciones que financian el Fondo.
de Alessandro De Carolis