Gracias al primer corredor humanitario después del confinamiento

Diez refugiados llegan a Roma desde Lesbos

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16 julio 2020

Mientras en los medios sigue dando la vuelta al mundo la imagen impactante del cadáver de un inmigrante yaciendo indefenso sobre los restos de un bote inflable a la deriva desde hacía dos semanas en las aguas libias del Mediterráneo, diez refugiados afganos - entre los cuales dos niños - procedentes de Lesbos, desembarcaron el día 16 de julio en el aeropuerto de Fiumicino, gracias al primer corredor humanitario después del confinamiento de la pandemia del covid-19.

Se trata del último grupo de refugiados que se unen a los 57 que ya han llegado a Italia a través de diferentes viajes queridos con fuerza por el Papa Francisco, quien a través de la Limosnería apostólica y de la Comunidad San Egidio, les ha donado una posibilidad de salvación y la esperanza de una nueva vida. Esta historia con final feliz - presentada a la prensa con una retransmisión en directo online - comenzó hace cuatro años. Era el 16 de abril de 2016, cuando el Pontífice, al finalizar la histórica visita  a la isla griega de Lesbos, primer aterrizaje para tantas personas desesperadas que huyen de conflictos y violencia de Oriente Medio y África, con un gesto sin precedentes trajo consigo en el avión a tres familias musulmanas: doce personas en total, entre los cuales seis menores, que escapando de los horrores de guerra siria habían llegado a la última franja de tierra europea frente a las costas turcas, encontrando refugio en el campo de Kara Tepe. En este y en el de Moria, que visitó Francisco con ocasión de su 13º viaje internacional, y en los alrededores viven hoy en viviendas improvisadas y en condiciones de hacinamiento y de precariedad, alrededor de veinte mil refugiados, entre los cuales cuatro mil menores, muchos de ellos no acompañados: prácticamente la mitad de las 42.000 personas desesperadas acampadas en las islas del Egeo. Y aunque hasta el momento no se han registrado casos de coronavirus en Lesbos, el confinamiento vigente en los campamentos hasta el 19 de julio, además de aumentar las tensiones, haciendo que la situación sea explosiva, está teniendo un grave impacto psicológico en los refugiados, entre quienes existen numerosos casos de depresión que en algunas circunstancias incluso han llevado al suicidio. Lo saben bien los voluntarios de San Egidio, presentes en la isla todo el año y determinados a quedarse en este verano de emergencia sanitaria, para distribuir bienes de primera necesidad y comida y para apoyar recorridos de integración a través de cursos de idiomas. Un trabajo desarrollado en colaboración con la Iglesia católica local, en particular a través de la Cáritas Hellas.

Los que han llegado ahora a Roma después de seis largos meses de espera, pertenecen a cuatro núcleos familiares: se trata de dos padres con niños, una pareja joven, una viuda con dos hijos y una persona soltera. No lograron salir el pasado diciembre por motivos contingentes; sucesivamente quedaron bloqueados por las medidas de contención del contagio durante la fase más aguda de la pandemia en Europa. Procedentes del aeropuerto de Atenas, en el aeropuerto romano todos llevaban la máscara protectora obligatoria; y las mujeres, que tenían la cabeza cubierta, fueron honradas con flores amarillas. Con ellos estaba Daniela Pompei, responsable de los servicios a los inmigrantes de la Comunidad. «El primer corredor humanitario después del confinamiento - informa San Egidio - ha sido posible gracias a una preciosa sinergia entre las autoridades italianas y griegas», en particular entre el ministerio de Interior, en la persona del Jefe de departamento Michele di Bari, y el ministerio de la Inmigración y Asilo de Grecia.

Una vez que se completaron los procedimientos de entrada, los diez recién llegados fueron acompañados al comedor social de los pobres en Vía Dandolo, donde almorzaron junto con los voluntarios de San Egidio, recibieron también la bienvenida de refugiados que ya han venido de Lesbos en el pasado y ahora están ya integrados.

Una extraordinaria iniciativa ecuménica de solidaridad cristiana y civil, los corredores humanitarios hasta ahora han permitido que más de tres mil refugiados lleguen a Europa. Establecidos en Italia a finales de 2015 sobre la base de un Memorando de Entendimiento entre el Gobierno, la Comunidad de San Egidio, la Federación de Iglesias Evangélicas (Fcei) y la Mesa Valdense, se establecieron también después en otros países: permiten aquellos que se encuentran en «condiciones vulnerables», — como víctimas de violencia o familias con niños, ancianos, enfermos o discapacitados  — entrar legalmente en el estado que los acoge.

de Gianluca Biccini