Chico Mendez, defensor de la Amazonia

A pleno pulmón

chico.jpg
17 julio 2020

«Este es un libro que termina mal, el 22 de diciembre de 1988, en Xapuri: un pequeño pueblo de Brasil en medio de la selva amazónica. Visto desde lo alto es solo un puñado de chozas nacidas donde un río con el mismo nombre, el Xapuri, se funde con otro mucho más grande: el Acre. Es un lugar perdido, difícil de alcanzar y de aquí es difícil escapar. Precisamente por esto, es un lugar donde la ley no llega. Y la palabra “justicia” pierde su significado. Este es un libro que termina mal el 22 de diciembre de 1988. Pero empieza un poco antes. Con una familia. Y un traslado a la selva».

Está dedicado a Chico Mendes (1944-1988) el nuevo volúmen de la serie «Simplemente Héroes» de Einaudi Ragazzi Chico Mendes, defensor de la Amazonia (Trieste, 2020, 128 página, 10 euros), dedicada a historias verdaderas y fuertes de mujeres y hombres, modelos de nuestra época. La vida del sindicalista y activista brasileño, gran paladín de la Amazonia y de los pueblos que allí viven, desplegado en primera línea contra la avaricia de criminales dispuestos a quemar el planeta solo para obtener beneficios, es contada por Davide Moronisotto, ya autor de las biografías de Franco Basaglia y Peppino Impastato.

La historia se narra a través de la voz y la mirada de Zuza, un jovencísimo recolector de caucho que se muda con su familia a la selva.

Y la selva es la primera gran protagonista de esta historia. La selva con sus animales y colores, con sus estaciones, su vegetación, un conjunto de vida y de vidas que sobrevive gracias y a través de la presencia armónica de todos los elementos. Zuza aprende secretos y peligros, potencialidades y trampas, pero sobre todo aprende el inmenso valor de esta selva que permite al mundo entero respirar. Son de hecho los árboles - descubre el niño - los que fabrican el aire y producen oxígeno, dando a los hombres la posibilidad de vivir.

Entre los árboles de la selva, el del caucho es el que garantiza el sustento de la familia de Zuza: las páginas de Moronisotto ofrecen a los jóvenes lectores una visión interesante de cómo se obtiene un elemento de uso cotidiano.  «“Este es un árbol del caucho, — explicó el papá —. Justo debajo de la corteza fluye el látex, que es lo que tenemos que recoger nosotros y que al final de la estación iremos a vender a Xapuri” (...). Zuza pensó en la rueda de un camión, y miró el árbol que estaba cerca de él. Era increíble que las dos cosas pudieran estar unidas».

Pero el pulmón verde del planeta, tan precioso y vital, está amenazado por hombres poderosos que para obtener beneficio no dudan en destruirlo. Y a pisotear a quien vive gracias a él en el más profundo respeto de los equilibrios de la naturaleza.

Zuza descubre la violencia sin escrúpulos, la opresión, el odio por el débil, pero descubre también que existen personas que no inclinan la cabeza. Porque es en la selva que el niño conoce a un hombre, que aun habiendo vivido en condiciones de semiesclavitud, ha aprendido a leer, a entender lo que leía, a comprender el significado de palabras como justicia y derechos, y a luchar por verlas aplicadas.

Creando el sindicato Chico Mendes, que ha estado entre los que han llamado la atención del mundo sobre la Amazonia, ha dado a los habitantes de la selva una dirección, un sentido de pertenencia, un objetivo común, la fuerza que viene del sentirse parte de una comunidad en lucha y en camino - y junto a todo esto un ambulatorio y una escuela («Zuza aprendió que cada garabato del libro se correspondía con un sonido. Y que los sonidos puestos juntos formaban las palabras. Era una invención extraordinaria, una magia. Bastaba con conocer las cartas para después crear todas las palabras del mundo. Y con las palabras llegan nuevas ideas. Nuevos pensamientos»).

Porque lo que Mendez enseña es el valor de la responsabilidad personal hacia los propios hijos, y hacia las generaciones futuras. El deber de defender «el derecho de crecer y trabajar y quedarse en la selva  (…). Es por eso que estamos combatiendo, nosotros, aquí. Bien - dijo el papá -. Ahora quiero que sea también mi batalla».

El libro termina mal, Mendez - como se sabe - fue asesinado y décadas después de ese 22 de diciembre de 1988, la Amazonia continúa siendo saqueada. Pero Chico Mendes ha sembrado mucho y bien. Su batalla por la justicia y el respeto va en aumento, pero respira a pleno pulmón.

de Silvia Gusmano