Isidoro nació en una familia de santos: su hermano Leandro era arzobispo de Sevilla, su hermana Florentina era religiosa, otro hermano, Fulgencio fue elevado con ellos a los honores de los altares. Una familia noble, además de santa. Su padre, Severiano, era de origen hispano-romano y de alto rango social. Su madre era visigoda y aparentemente estaba emparentada con la estirpe real. Nacido alrededor del año 556 en Cartagena, Isidoro pronto fue confiado al cuidado educativo de su hermano Leandro. Este período no fue ciertamente fácil, porque su hermano se comportó con gran severidad con Isidoro, que incluso llegó a escaparse de Sevilla.
Después de la crisis, Isidoro se reconcilió con su hermano y reanudó sus estudios. Aprendió latín, hebreo y griego y se convirtió en uno de los principales colaboradores del arzobispo en la lucha contra la herejía arriana. Tras la muerte de su hermano, se retiró a un monasterio y fue aclamado por su pueblo como sucesor en la cátedra de la capital andaluza. Su episcopado duró 37 años (599-636). Tuvo que enfrentarse a los rápidos cambios que caracterizaron a la sociedad de la época, entre la decadencia de la edad antigua y el mundo romano y la aparición de la Edad Media y las nuevas estirpes de origen germánico que influyeron en el poder.
Fue un actor importante en el apoyo a las débiles estructuras culturales de España y utilizó todos los recursos para contrarrestar la creciente influencia de los bárbaros. Promovió el desarrollo de las artes liberales, la ciencia, el derecho, la teología. Formado con las lecturas de San Agustín y San Gregorio Magno, escribió numerosos tratados históricos, teológicos, litúrgicos y geográficos, pero también biografías y ensayos sobre el Nuevo y el Antiguo Testamento, e incluso escribió un diccionario de sinónimos.
Por esta gran actividad suya, Isidoro pasó a la historia como uno de los más grandes compiladores medievales, ya que reunió en una especie de enciclopedia monumental todo el conocimiento de la época, tanto clásico como cristiano, desde la antigüedad pagana hasta el siglo VII. Esta obra se llamó Etimologiae, también conocida como Etimologías, y consta de veinte volúmenes que tuvieron gran influencia en las instituciones educativas de la Edad Media. Se imprimieron al menos diez veces entre 1470 y 1529. Cada libro comienza con una indicación del tema o temas a tratar. Para cada una de ellos se indican las palabras relativas, detalladas en su origen y significado.
Las Etimologías también influyeron en la historia de la música, porque presidiendo el Cuarto Concilio Nacional de Toledo, que comenzó el 5 de diciembre de 633, Isidoro pidió que se adoptara el canto sagrado en España como ya se hacía en Francia. Daba gran importancia a la liturgia, promoviendo el uso de los himnos, cantos y oraciones que constituyen el rito mozárabe. En ese Concilio, el Arzobispo de Sevilla sentó las bases para que la política educativa de los obispos del reino fuera obligatoria.
Junto a Etymologiae encontramos De natura rerum y Synonyma, que también influyeron en el estilo de la prosa latina e italiana de los primeros siglos. Sin olvidar las obras históricas escritas por Isidoro: la Chronica maiora, sintetizada en la Chronica minora, y la Historia de regibus Gothorum, Wandalorum et Suevorum; pero también el Liber de viris illustribus, que contiene biografías de autores eclesiásticos. Su actividad fue incansable hasta su muerte el 4 de abril de 636. Incluso cuando murió fue un ejemplo: presentando su muerte al cielo, pidió llevar un cilicio y ser puesto sobre las cenizas. Inocencio XIII lo proclamó Doctor de la Iglesia, el último de los Padres Latinos. En 2002 Juan Pablo II lo señaló como el santo patrono de Internet y de quienes trabajan en la red: una elección motivada por el reconocimiento de su trabajo para la compilación de la famosa enciclopedia. (nicola gori)