Desde Cracovia la llamada del Papa a preservar en la vía del encuentro y de la acogida de refigiados y emigrantes y recuerda a los periodistas que la guerra en curso no es una guerra de religiones sino de intereses
Superar los miedos, perseverar en la vía del diálogo, no cansarse de trabajar «con inteligencia y continuidad por la justicia y la paz». Sobre estas invitaciones, dirigidas expresamente a los representantes de la política y la sociedad civil, se ha centrado la primera jornada del viaje del Papa en tierra polaca.
Metida de lleno en el clima de la JMJ – inaugurada el martes 26 de julio y destinada a vivir entre viernes y domingo sus momentos culminantes – Cracovia ha dado la bienvenida al Pontífice mostrándole el rostro joven de la Iglesia. Un rostro alegre en el cual se leen todavía las huellas de los dramáticos acontecimientos que han sacudido Europa durante estos días. Acontecimientos a los cuales ha hecho referencia explícita el mismo Francisco el pasado miércoles por la tarde, hablando con el séquito de periodistas durante el vuelo hacia Polonia. «No tengamos miedo de decir esta verdad: el mundo está en guerra, porque ha perdido la paz» ha afirmado de manera neta, precisando inmediatamente después: «cuando yo hablo de guerra, hablo de guerra en serio, no de guerra de religión». Para el Papa, sustancialmente, hoy en día hay una «guerra de intereses» en curso, es decir, una guerra «por dinero», por «los recursos de la naturaleza», por «el dominio de los pueblos». Es equivocado, en cambio, encuadrar la violencia y los conflictos en un fondo religioso, porque – ha remarcado – todas las religiones desean la paz, mientras «la guerra la quieren los otros».
Y de reconciliación y perdón el Pontífice ha hablado también durante el primer discurso público pronunciado el miércoles por la tarde en Cracovia ante las autoridades del País. A las cuales Francisco, llamando la atención sobre la necesidad de que no se desvanezca la «memoria buena» el pasado, ha recordado que «memoria buena» del pasado, ha recordado que «la concordia, aun con diversidad de opiniones», es «el camino seguro para alcanzar el bien común». Del Papa, en particular, ha llegado el llamamiento para un «esfuerzo de sabiduría» para afrontar el decisivo desafío decisivo que se presenta a la llegada de los inmigrantes y los refugiados. Un complicado fenómeno de esta época del cual «urge individualizar las causas» - ha subrayado – sin olvidar en cualquier caso garantizar «la disponibilidad para acoger todos aquellos que huyen de las guerras y del hambre», y de asegurar «la solidaridad hacia los que son privados de sus derechos fundamentales, entre los cuales, el de profesar con libertad y seguridad su propia fe». Al mismo tiempo «hay que solicitar las colaboraciones y sinergias a nivel internacional con el fin de encontrar soluciones a los conflictos y a las guerras, que obligan a tantas personas a dejar sus casas y su patria».
La llave de la acogida y del encuentro para derribar muros y construir puentes de fraternidad ha sido indicada por Francisco también a los jóvenes italianos que por la tarde han dialogado con él a través de una conexión vídeo con el arzobispado. «Los muros dividen – ha recordado – y el odio crece», mientras «los puentes unen». Y «cuando hay un puente el odio se puede ir», porque se hace imposible «oír»
Plaza De San Pedro
14 de Diciembre de 2019

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